Concluyendo las desvaloradas últimas páginas en blanco que restan de este conjunto de emociones, utilizo la tinta que solo funciona acompañada del hilo cubierto de cera, y de plumas de pájaros que tal vez nunca sabré su nombre.
“Deconstruyéndome”, puede hallar un sinfín de piedritas en mis muslos que no me terminaron de gustar y tampoco las comienzo a pulir. Permanecen intactas como si se encontrarán estancadas en el río que poca agua transporta pero nunca para. Piedritas que estorban, pero si las disuelvo temo sentir el vacío de realmente encontrarme sola.
A mis ojos resecos les cuesta enfocar y claramente la viajera está más perdida en el camino montañoso. Tengo sueño y ganas de caer profunda en las imaginaciones que me llevan a ese lugar donde no importa nada más que lo lindo de tus besos en mi frente.
Como me cuesta despegarme de estas enredaderas que me complican la existencia, me pregunto, ¿tal vez sea yo misma la que las planta y las hace crecer?, orgullosa de como dan frutos, esbozo una sonrisa fiel con la camisa floreada mientras me voy ahogando en las espinas que cruzan el jardín seco. Las manchas se apoderan de este lienzo sin comienzo ni fin. Dejemos un espacio para poder solucionar el resto de mis días en poesía.
Tengo pereza de abordar mi vida de la manera en que elles quieren, entonces me la trago, prefiero devorarla, pero mi estómago ya está repleto de confusiones; tengo un revuelto de emociones sin esculpir.
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